Celestino Martín, empresario de Escucha, desde 1928 regenta el circo taurino de Teruel, donde su carácter generoso es
aplaudido en la prensa de la época ya que invitó a los chicos de la
beneficencia y los asilos a la becerrada cómica y regaló 60 kilos de carne al
Asilo de Ancianos y al Comedor de Caridad. En el coso turolense, entonces
ubicado en la Ctra. de Alcañiz adquiere toros en Sevilla que pasaportará
Nicanor Villalta (el torero de Cretas), con Armillita y El Tato de Méjico, “el
Sr. Martín, turolense de pura cepa, no repara en sacrificios”, rezaba un
titular de la prensa de la época, como ejemplo de las buenas tardes que daría a
los de la capital.
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