sábado, 12 de septiembre de 2020

 Diccionario de insultos en Escucha y Valdeconejos

Estos son algunos de los "piropos" que se echaban nuestros abuelos de Escucha y también de Valdeconejos, son palabras que muchos/as jóvenes de hoy no sabrán lo que significan. Continuamos con la letra "c".
(Selección realizada de la publicación "Insultar en Aragón" de Pascual Miguel Ballestín)



Los aragoneses siempre hemos tenido fama de ser tenaces, constantes y obstinados, eso sí, dicho de buenas maneras porque aquí nos diríamos cabezón o cabezudo al que es tozudo, testarudo o terco. Peor era si te llamaban cabezaburro, cabezacuadrada o cabezarrota.  El que además de testarudo era un poco cateto se conocía como cazurro y al poco espabilado e inocente, canelo; también chorlito.  Al que estaba un poco loco se le tomaba por chalau, chifau o chabeta y se utilizaba la expresión estar como una chota. También se llamaba chota a la mujer traviesa e inquieta; hablando de mujeres se decía charreta o cotorra a la que no paraba de hablar y correcalles a la amiga de callejear, camandulera si, además, era liante y embustera; chafardera a la chismosa y entrometida, cuestión que no era exclusiva de las mujeres porque existían hombres metomentodo, se les conocía por cazeroleros o cazoleteros, chismosos y cuchareteros. Pero la peor consideración se la llevaba la que acusaban de calientacamas o calientabraguetas; en el lado opuesto, en el género masculino, existía el chingador o fornicador que alardeaba de potencia sexual.

Condenau: malo, travieso, pícaro, o molesto, que inspira rechazo.


Pero el hombre tampoco salía mal parado a la hora de etiquetarle de cabronazo (sobran las palabras), aunque no todos alcanzaran dicha categoría, por ejemplo, menos malo era el cachazas, alguien inútil y tranquilón, dicho de otra manera cojonazos. Cagaleras se decía del que siempre iba deprisa (cagaprisas) o al miedoso, al que podía tachársele de cagazas o caguetas que no era lo mismo que cagau, cagón, cobarde. Cagón se llamaba asimismo a uno que era pequeñajo, cagarruta e incluso codujo; si además de bajo era reconcho se le denominaba chaparrudo y si era un tanto esmirriado chirimillas o chiribillas. Y puestos a meternos en el físico, chato era el de nariz pequeña o la cara plana y cheposo el cargado de espaldas; cara si tenía mucha jeta y carabinagre si se mostraba serio y arisco; carcamal al viejo o anticuado y se era cucho si se manejaba la izquierda. Alguno no manejaba ninguna de las dos manos, era un auténtico calamidá, un chapuzero, un calzonazos si, además, ponía poca voluntad y empeño. Cuatrojos se decía al que llevaba gafas. Si alguien no andaba bien de salud se decía que estaba cascau, a veces changau, palabrejo que se aplicaba a cualquier objeto que no funcionaba. Carranca o carrancla normalmente se aplicaba a la persona mayor con muchos achaques.



También había hombres muy chafarderos, el charraire, hablador y parlanchín, todo un capazero, que cuando se hacía pesado se le decía cansau, lo que es lo mismo que pelma, latoso y molesto. No solía caer nada bien el chaquetero, por simulador y adulador, que no tenía problemas en cambiar de ideas o pensamientos. En cuanto al carácter, podríamos distinguir al cantamañanas, persona poco formal, parecido al comediante y al cascarrabias, aquel que se enfadaba sin motivo y solía estar irascible; tampoco era de fiar el comprometedor, provocador, incitador y burlón. Y, en cuanto a la manera de ser, crío definía al adulto poco serio e irresponsable y cuco a uno demasiado listo, audaz y astuto.

Cuando los hombres volvían de la taberna del tio Sanz solían ir un poco cargaus, chupaus o chispos, que es decir lo mismo, aunque chupau también se usaba para mentar al de pocas carnes. Cochino lo era quien iba sucio y sin asearse. Curiosamente, chalanguero podía referirse al descuidado en la conducta y el vestir, así como al presumido y vanidoso, sin embargo no había duda con el carnuzo, insulto genérico muy ofensivo y despectivo. Y para acabar, el palabro más largo en esta lista de “insultos” era culodemalasiento, el vecino que no duraba dos segundos en el mismo sitio o que cambiaba con frecuencia de oficio u ocupación.


No hay comentarios:

Publicar un comentario