domingo, 30 de enero de 2022

Extracción de azabache en Escucha (1)... 30 enero 1767


Un día como hoy, hace 255 años, Francisco y Gerónimo Sanz, guardas de Escucha para la dehesa del Moral, realizan varias prendadas de ganado a Ignacio Latorre, rentero de la masada del Moral. Los primeros testimonios de extracción de azabache, en Escucha, los tenemos unos 75 años antes, en 1683, cuando fallece Asensio Xorcas en el Barranco Malo extrayendo azabache, con un testimonio del testigo Jaime Latorre. El documento dice que ha habido azabache en este terreno desde la "Creación del Mundo". Diez años después hay noticias de que se extrae azabache en otra zona del pueblo porque se constata la presencia de algún gallego entre la población, de donde hay quien deriva el topónimo del cabezo del “Galiciano”, mojón de la dehesa del Moral entre Escucha y Utrillas.




El azabache​ es un mineraloide de color negro brillante. Es una escasa variedad de carbón húmico formado en los periodos jurásico y cretácico, por lo que se utiliza como piedra semipreciosa. Se originó a partir de troncos de árboles de las familias Araucaráceas y Protopináceas enterrados y sometidos a altas presiones. No es una variedad de lignito como erróneamente se afirma en algunos textos. El nombre español azabache es un arabismo.


En 1683 Las aldeas de Montalbán eran Cabra, Palomar, Torre las Arcas, Utrillas, Escucha y Adobas.  Asensio Jorcas manzebo pobre  hijo de Lázaro Jorcas e Isabel Carod sacando azabache en el Barranco Malo cayeron unos peñascos, murió y como hijo de padres pobres fue enterrado en el Cimenterio de esta parroquia como tal. Fue testigo Jaime Latorre de Escucha, labrador de 83 años que vio como lo traían difunto de una zona de donde se sacaba azabache y caparros desde la creación del mundo.


En 1767 los guardas de Montalbán daban vuelta por las minas de azabache en el Barranco Malo y los de Escucha gritaban ¡al lobo, al lobo! como señal de aviso, y se escondían en las cuevas, y si los cogían negaban sus nombres o los fingían y si les pedían una prenda no se la daban por ser mucho más numerosos que los guardias. A veces les amenazaban e iban en cuadrillas de cuatro o seis.






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