Insultos en Escucha y Valdeconejos... 14 septiembre 2021
Esta sección está pensada para que reflexionemos sobre lo que decimos, algunos insultos de Escucha y Valdeconejos cuando se utilizaba la llamada pedagogía despectiva que deberíamos eliminar de nuestro diccionario. Hoy traemos expresiones que comienzan con "m" y también unos chistes baturros a los que sobra un poco de machismo y de una actitud distorsionada del rol de la mujer.Las viñetas corresponden a la publicación "Cuentos baturros" de T. Gascón.La selección de palabras es una adaptación del libro "Insultar en Aragón" de Pascual Miguel Ballestín)Mastuerzo era uno de Escucha o
Valdeconejos tranquilo o panchudo, parecido al maula pero muy distinto del matón,
ese agresivo y pendenciero que iba perdonando la vida a tol que se encontraba. Hace un
tiempo, José Mota puso de moda al “cansino”, bueno pues ese aquí era conocido
como matraca, matraco o matracas, el pesado y tostón y pelma,
algo así como el monsergas. Pero uno
de los insultos más gordos, paradójicamente, era cuando a uno le llamaban mediotonto, más grave que si te decían
tonto. Y en esa línea de necios e idiotas se encontraba el melón o meloncio, algo
similar al membrillo, abobado, o al memo. Mendrugo era uno un tanto simple o ignorante al igual que el merluzo. También modorro aludía al que no tenía formalidad o era un tanto simple.Tampoco era agradable oír el calificativo de mego, que parece bueno pero no lo es,
una especie de soso retorcido. Y si uno estaba en todos los caldos se apodaba metomentodo . Metepatas se decía del torpe y poco hábil. Y el insulto genérico
que igual se refería al zoquete que al chulo, era mierdaseca. Al que era bajo de estatura, y qué culpa tenía él, se
le conocía como metroimedio o moñaco si además tenía poca voluntad;
el delgaducho y poco comedor era conocido por mico, lo contrario, el morlaco,
grande y corpulento. Y llegaban a meterse hasta con el beato, al que profesaba
cierta religiosidad y se le tildaba de misicas.
Y si uno presumía de adulto, sin serlo,
se le llamaba mocoso. Al que le
gustaba la comodidad y era tranquilo se le decía mofludo. Morrudo se
tachaba al que era un poco sibarita y, del mismo modo, al que era antipático y
huraño. Y moscacojonera se
apellidaba al que era un pesado, moscamuerta
al traidor y de poco fiar, humilde sólo en apariencia. Mostoso se decía del que era un tanto travieso; mostrenco al hombre
grandote o al que era un cabezota. Murga
definía al pesado y molesto, muy parecido al muermo.
Mastuerzo era uno de Escucha o
Valdeconejos tranquilo o panchudo, parecido al maula pero muy distinto del matón,
ese agresivo y pendenciero que iba perdonando la vida a tol que se encontraba. Hace un
tiempo, José Mota puso de moda al “cansino”, bueno pues ese aquí era conocido
como matraca, matraco o matracas, el pesado y tostón y pelma,
algo así como el monsergas. Pero uno
de los insultos más gordos, paradójicamente, era cuando a uno le llamaban mediotonto, más grave que si te decían
tonto. Y en esa línea de necios e idiotas se encontraba el melón o meloncio, algo
similar al membrillo, abobado, o al memo. Mendrugo era uno un tanto simple o ignorante al igual que el merluzo. También modorro aludía al que no tenía formalidad o era un tanto simple.
Tampoco era agradable oír el calificativo de mego, que parece bueno pero no lo es,
una especie de soso retorcido. Y si uno estaba en todos los caldos se apodaba metomentodo . Metepatas se decía del torpe y poco hábil. Y el insulto genérico
que igual se refería al zoquete que al chulo, era mierdaseca.
Al que era bajo de estatura, y qué culpa tenía él, se
le conocía como metroimedio o moñaco si además tenía poca voluntad;
el delgaducho y poco comedor era conocido por mico, lo contrario, el morlaco,
grande y corpulento. Y llegaban a meterse hasta con el beato, al que profesaba
cierta religiosidad y se le tildaba de misicas.
Y si uno presumía de adulto, sin serlo,
se le llamaba mocoso. Al que le
gustaba la comodidad y era tranquilo se le decía mofludo. Morrudo se
tachaba al que era un poco sibarita y, del mismo modo, al que era antipático y
huraño. Y moscacojonera se
apellidaba al que era un pesado, moscamuerta
al traidor y de poco fiar, humilde sólo en apariencia. Mostoso se decía del que era un tanto travieso; mostrenco al hombre
grandote o al que era un cabezota. Murga
definía al pesado y molesto, muy parecido al muermo.
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