Diccionario de insultos en Escucha y Valdeconejos
Cuando, en el pasado, se echaban algunos “piropos”, no todos tenían la misma categoría: no es lo mismo que te llamaran baboso que viene a decir que eres un tío asqueroso y despreciable, que si te decían balarrasa, que es una manera cariñosa de aludir a uno que es alocado, granuja o un poco golfo; parecido al badanas, aquel vecino descuidado y desastrado, o bolanderas, manera de llamar al que no para, que siempre anda inquieto. Al alborotador y vociferador se le conocía como bozeras o bullas si era, además, escandaloso, y bocazas o barbacán al que además de muy hablador, era fanfarrón. Al amigo pesado, molesto o pelmazo se le definía como baranda; si este era también travieso se le conocía por barrabás y beleta si se trataba de alguien poco serio e informal.
Entre los conocidos siempre había alguno barrenau o benau, lo que es lo mismo que loco o chiflado. Para decir que uno era tonto o simple, se usaba el apodo besugo y al chiquillo llorón, cabezón y gruñón se le comparaba con el borrego. Bruto o bándalo era el que se comportaba como un animalico, que si sumaba la condición de poco espabilado se ganaba el apelativo de burro y al que era un tanto torpe y chapucero se le conocía como brozas. Era basto el que acreditaba pocos modales, rudo, inculto y de siempre se ha identificado al baturro con cateto, paleto o tozudo.
También existía el bienquedar, halagador y un poco pelotilla, que no era, necesariamente malo, lugar que ocupaba el que era una bibora (víbora). Y, como pasa en estos tiempos, nadie era perfecto: uno podía ser un poco descuidado, es decir, un berzas, o caprichoso y de malas costumbres, en una palabra, un bizioso; en esta categoría entraba bocanegra, apelativo dirigido al fumador empedernido. Y claro, cuando se insultaba a alguien, este se ponía hecho un basilisco, que se dice, de la misma manera, al que saca cualquier cosa de quicio; por el contrario, nunca se enfadaba el bartolo, persona apática e indolente.
Los hombres solían ser quienes se llevaban todos estos “halagos”, sin embargo, había uno dedicado en exclusiva a la mujer, apellidando bruja a la que destacaba por su astucia y sagacidad. Y acabamos con uno dedicado expresamente a los de Escucha porque se llamaba burbute al que era un tanto presuntuoso, cosa que, dicho sea de paso, no lo hemos sido nunca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario