domingo, 9 de agosto de 2020

Diccionario de insultos en Escucha y Valdeconejos

Estos son algunos de los "piropos" que se echaban nuestros abuelos de Escucha y también de Valdeconejos, son palabras que muchos/as jóvenes de hoy no sabrán lo que significan. Continuamos con la letra "b".
(Selección realizada de la publicación "Insultar en Aragón" de Pascual Miguel Ballestín)

Cuando, en el pasado, se echaban algunos “piropos”, no todos tenían la misma categoría: no es lo mismo que te llamaran baboso que viene a decir que eres un tío asqueroso y despreciable, que si te decían balarrasa, que es una manera cariñosa de aludir a uno que es alocado, granuja o un poco golfo; parecido al badanas, aquel vecino descuidado y desastrado, o bolanderas, manera de llamar al que no para, que siempre anda inquieto. Al alborotador y vociferador se le conocía como bozeras o bullas si era, además, escandaloso, y bocazas o barbacán al que además de muy hablador, era fanfarrón.  Al amigo pesado, molesto o pelmazo se le definía como baranda; si este era también travieso se le conocía por barrabás y beleta si se trataba de alguien poco serio e informal.


Entre los conocidos siempre había alguno barrenau o benau, lo que es lo mismo que loco o chiflado. Para decir que uno era tonto o simple, se usaba el apodo besugo y al chiquillo llorón, cabezón y gruñón se le comparaba con el borrego. Bruto o bándalo era el que se comportaba como un animalico, que si sumaba la condición de poco espabilado se ganaba el apelativo de burro y al que era un tanto torpe y chapucero se le conocía como brozas. Era basto el que acreditaba pocos modales, rudo, inculto  y de siempre se ha identificado al baturro con cateto, paleto o tozudo.


También existía el bienquedar, halagador y un poco pelotilla, que no era, necesariamente malo, lugar que ocupaba el que era una bibora (víbora). Y, como pasa en estos tiempos, nadie era perfecto: uno podía ser un poco descuidado, es decir, un berzas, o caprichoso y de malas costumbres, en una palabra, un bizioso; en esta categoría entraba bocanegra, apelativo dirigido al fumador empedernido. Y claro, cuando se insultaba a alguien, este se ponía hecho un basilisco, que se dice, de la misma manera, al que saca cualquier cosa de quicio; por el contrario, nunca se enfadaba el bartolo, persona apática e indolente.


Los hombres solían ser quienes se llevaban todos estos “halagos”, sin embargo, había uno dedicado en exclusiva a la mujer, apellidando bruja a la que destacaba por su astucia y sagacidad. Y acabamos con uno dedicado expresamente a los de Escucha porque se llamaba burbute al que era un tanto presuntuoso, cosa que, dicho sea de paso, no lo hemos sido nunca.


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