Oficios perdidos en Escucha y Valdeconejos
EL MATACHÍN
Oficios perdidos es uno de los proyectos en los que está trabajando la Asociación Patrimonio Minero de Escucha junto con la Asociación de Jubilados y la de Amas de Casa para la recuperación del patrimonio inmaterial de Escucha. Pedimos vuestra colaboración en los textos, aportando fotos, etc. Hoy empezamos con un oficio muy de estas fechas.
León Arnal y Santiago Vituri... los últimos matachines de Escucha. |
La economía familiar
estuvo muy presente en Escucha y todos los pueblos de la España previa al
desarrollo industrial. Todas las casas tenían corral en el que, además de
gallinas, conejos, ovejas o cabras, no podía faltar el cerdo al que,
irremediablemente cada año, le llegaba su San Martín.
Los lechones se compraban un año antes, recién destetados,
y se instalaban en su corte de paja limpia. Eran alimentados con productos de
sobras que daba la tierra y desperdicios domésticos: patatas cocidas, manzanas,
peras de roma, acerollas y otras frutas recogidas del suelo, berzas, calabazas,
remolacha, etc. Todo se aderezaba con el salvado que se guardaba especialmente
para ellos. Si el puerco era macho, se capaba con lo que perdía agresividad,
engordaba más y su carne perdía el olor y sabor fuerte. Como los lechones
tenían buena venta, alguna de las hembras podía ser destinada a la cría, por lo
que se retrasaba su matanza.
Pero no siempre se mataban el 11 de noviembre, había
que esperar a que llegaran los verdaderos fríos, necesarios para curar los
productos de la matanza; tampoco podía hacerse hasta que los cochinos
alcanzaran las 10 arrobas. Los últimos días, antes de la matanza, no se le daba
de comer para que tuviese las tripas más limpias. CONTINÚA...
Que recuerdos me acuerdo de niña cuando salíamos de la escuela íbamos a ver como mataban los Cerdos nos daba miedo cuando veíamos los cuchillos tan grandes y los chillidos de los cerdos y como las mujeres recogían la sangre en un barreño moviéndola con el brazo para que no se cuajara para hacer las morcillas y los bolos de miel ,
ResponderEliminarAsí es Rosario, qué recuerdos!
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