domingo, 3 de octubre de 2021

Escucha en la literatura...  ¡Happy dreams!


Un día como hoy, en 2018,
Enrique Pellejer, escritor montalbino, presentaba en Teruel su novela ¡Happy Dreams!.  Habla del futuro: “el cambio climático y la superpoblación causan una falta de alimentos que se resuelve hibernando a la mitad de la población”. La multinacional Happy Dreams proporcionará sueños de todo tipo para todos. Zaragoza, superpoblada, es la capital del Estado de Aragón y las Cuencas Mineras son una reserva, zona de exclusión. En lo alto de San Just, en una falla, jalonada de cientos de blancos molinos de viento, tiene su cuartel general la resistencia. Hace una descripción descarnada de Escucha donde vuelve a levantarse una Central, vuelve a trabajarse el carbón y se dibuja un paisaje de fábricas de reciclaje e incineradoras. Habrá conspiraciones políticas, bulos, mentiras y, en el trasfondo, grandes dilemas morales. Un libro fácil de leer, digno de la mejor serie negra, que con humor sarcástico nos invita a conocer y a reflexionar sobre el futuro que nos espera. ¡Una distopía que no te deberías perder!

El 7 de mayo de 2018 presentó la novela en Montalbán.


ENTREVISTA EN DIARIO DE TERUEL (Mª Cruz Aguilar)

Enrique Pellejer presentó esta semana en Teruel su última novela, ¡Happy Dreams!, una distopía ambientada a finales del siglo XXI en el Estado de Aragón, dentro de la República Federal Española. En la novela, los asesinatos y las conspiraciones al más alto nivel tejen una trama en la que el contraste entre el mundo rural y el urbano y las luchas de poder son los grandes ejes en torno a los que giran los personajes.

- En ¡Happy Dreams! aborda el tema de la despoblación pero desde una perspectiva muy diferente, ¿no es así?

- Sí, el tema de la despoblación está visto desde el contraste entre lo que es la ciudad, Zaragoza, con un problema de superpoblación, y lo que serían las zonas rurales, en este caso las Cuencas Mineras, donde se desarrolla otra vida muy peculiar que nada tiene que ver con la de la ciudad, es un símbolo de Teruel y de sus problemas específicos.

- Su libro es una distopía a la que desde luego no sería conveniente llegar, pero ¿cree que podría convertirse en realidad?

- En realidad cuando se escribe una distopía se sitúa un escenario en el futuro para hablar del presente, en realidad creo que estamos en ello, ya se están dando muchas cosas de las que yo menciono. En ese mundo super poblado no hay suficientes medios para alimentarnos a todos, la solución de la ONU en mi novela es la hibernación en periodos de cuatro años para que haya alimentos para el resto. Esto no está ocurriendo, pero está claro que hay mucha gente que no puede comer mientras otros sí.  El escenario se desarrolla en Aragón y la gente que está en hibernación se alimenta con chips programables donde se eligen las sensaciones, que es un poco la alimentación que recibimos a través de la tecnología, a la que cada vez estamos más enganchados, hoy día. 

- En su novela hacen frente a la superpoblación durmiendo a la gente mientras que en el mundo rural apenas quedan habitantes, ¿no hay mejor forma de redistribuir personas y recursos?

- Sí, claro, en la novela se ve claramente que la superpoblación de Zaragoza, donde se hace hibernación de la mitad de la gente para que tengan suficientes recursos, contrasta con esas zonas vacías, donde no se realiza la hibernación porque ha habido una revelación por parte de la población, eso pone en contraste dos formas de vida diferentes, quizá se podría trasvasar a gente de los lugares superpoblados a los que menos gente hay, pero parece que los lugares menos poblados son despreciados por su forma de vida. Desde Zaragoza se refieren a la reserva con carácter peyorativo.

- Usted fue alcalde de Montalbán durante algún tiempo y, sin embargo, los políticos salen muy mal parados en su libro, ¿están inspirados en la realidad?

- Quizás si no hubiera sido alcalde de Montalbán no hubiera podido escribir la novela de esta manera, lo digo porque ves cómo funciona la política y, aunque no siempre todo el mundo es igual, la ambición por el poder es en general lo que define a los políticos y por eso afrontan grandes sacrificios familiares. En mi novela no todos salen mal parados, solo algunos, los que ponen el poder por encima de todo y para conseguirlo no dudan en utilizar todos los medios. 

- Las Cuencas Mineras aparecen como una reserva, ¿cree que la tendencia de Teruel es ir hacia eso?

- Me temo que sí, ¿pero una reserva de qué? No de indios, sino de ancianos y de jabalís a lo mejor, porque cuando desaparece la gente los jabalís toman el poder. Mucho se habla de la despoblación pero no se pone ningún remedio, no se trata de repoblar de forma artificial sino de cuidar a los que estamos. Voy a pueblos pequeños a cuya entrada hay cuatro o cinco personas con móviles porque es el único sitio donde hay cobertura y tienen que ir hasta allí para usarlos, mientras veamos esta imagen no hay nada que hacer, todo son promesas, pero no llegan. Es complicado porque además los pueblos yo creo que son seres vivos que nacen, se desarrollan y pueden morir. La gente se va a lugares superpoblados, tal vez por eso, y no creo que la superpoblación dé felicidad, de hecho cuando pueden se van. Todo el mundo dice que Madrid es una maravilla pero la gente en cuanto tiene unos días libres huye de ahí como de la peste. Quizá habría que buscar otra redistribución del territorio, la concentración de la gente quizá haya engordado los bolsillos de algunos y por eso se ha producido. 

 - Una de las cosas que más llama la atención de su libro es que no quedan seres vivos, los ladridos se escuchan grabados porque no hay perros, desde luego es una novela que da mucho que pensar.

- Es para pensar un poco sobre problemas que se platean en un futuro pero que los tenemos ya de alguna manera, también hablo del cambio climático, de temperaturas que suben mucho, todo se está desertizando, el río Martín se ha quedado sin agua y la gente perfora pozos para poder sobrevivir, todo tipo de  animales se han convertido en objeto de caza para consumir. No hay recursos en esa época donde la gente vive tantos años y no hay manera de poder atender a todos los ancianos, por eso se pone un límite a su vida. Pero si lo traspasamos al día de hoy, no cabe duda que los ancianos quedan cada vez más relegados, se les ignora, que es también una forma de matar a la gente, no se cuenta con ellos, parece que sea una sociedad solo para unos y nos olvidamos de los otros.

- Ha ambientado su novela en las Cuencas Mineras y Zaragoza, ¿es importante para un autor usar escenarios conocidos?

- Sí, cuando se me ocurrió la idea de la novela pensé en ambientarla en Estados Unidos porque estamos condicionados por las películas y la literatura y todo parece que está en lugares lejanos y exóticos, pero me di cuenta de que no puedo escribir de algo que no conozco. Además cuando nos hablan de algo lejano siempre nos parece algo mágico, así que decidí ambientarla en algo conocido, por eso aparece el Paseo de Independencia, el Palacio de la Aljafería, El Barrio de Torrero de Zaragoza... son escenarios reales, no sé porqué tenemos que tener ese complejo de no usar nuestros lugares en la literatura.

- Sí porque es una idea común que los escenarios lejanos le dan más magnificencia, ¿no?

- Uno de los problemas de la despoblación es que no ponemos en valor lo nuestro, cuando empezamos a valorar nuestros ríos, nuestras iglesias… se contribuye a que la gente se mantenga en el territorio porque viven en un sitio que merece la pena, tenemos que romper estos complejos y poner en valor lo nuestro y tenemos que usar nuestros escenarios. Alguien dijo que escribir novela es recordar y siempre escribimos de lo que conocemos, yo en este caso lo he hecho muy conscientemente.

- La despoblación no es un tema nuevo para usted, la ha tratado en otros de sus relatos y quedó segundo en el certamen literario Terra Vacua, del Matarraña, ¿hace falta vivir en un pueblo para comprender el drama que supone la despoblación?

- Yo creo que los que vivimos aquí en Teruel vemos el problema de la despoblación de otra manera que los que lo viven en la ciudad. La verdad es que mi primera novela está situada en Peñasrroyas, un barrio de Montalbán donde ahora viven diez personas, la segunda se localiza en un pueblo pequeño también, otra novela que acabo de terminar ahora está ambientada en un pueblo abandonado. No lo he buscado, pero me he dado cuenta de que estoy escribiendo de estos temas, de forma inconsciente escribes del ambiente que respiras. No quiero hablar de este tema porque se vierten muchas opiniones en foros y mesas redondas, pero cuando dejemos de ver personas que busquen el único punto de cobertura de móvil quizá podamos entender que se está haciendo algo para atajar el problema de la despoblación y otros problemas que atañen a las personas que residen en los pueblos. Si a los que mantienen estos pueblos vivos no se les cuida... No se trata de que se despueble todo, sino de que todo transcurra de forma natural, no hay que empujar a la gente a que se marche, ya nos iremos al cementerio, pero que no nos echen de nuestras tierras.

- ¿Qué supone para un escritor este tipo de concursos literarios como Terra Vacua?

- El relato no lo escribí para ese concurso, es una idea que me gustó, es ciencia ficción y toca el tema de la despoblación. Habla de la soledad de una masía cuando los padres están ya viejos y achacosos, es un símbolo de lo que ocurre en muchos sitios, también hice una reivindicación de los músicos, los artistas, de la vida tan dura que llevan. Mandé el relato porque me gustaba la idea, pero no sé si un concurso aporta algo, bueno en muchos casos sí hace una labor porque la gente se pone a escribir un relato para mandarlo a ese concurso. Recibir un premio siempre te hace un poquito más visible y cuando ganas un concurso importante te publican un libro, no te lo tienes que publicar tu. Lo importante es el momento de la creación literaria, luego lógicamente queremos darlo a conocer y que se publique, y si los concursos ayudan a esto, pues está bien.

- ¿Qué puede aportar la literatura a un problema como la sangría demográfica?

- La literatura siempre que se lea puede aportar cosas, pero es un camino complicado porque apeas se lee y si no se da a conocer... No sé a cuánta gente llegará mi libro, pero no a demasiada, supongo. Es más importante la labor de la prensa, de la televisión y la radio. En realidad la literatura aporta su grano de arena, hablar de estos temas y ponerlos ante la mirada de los demás contribuye, pero hay otros medios que son más importantes porque tienen capacidad de llegar a más gente. Aunque en realidad son los políticos los que tienen el poder de hacer más cosas.

- Siempre culpamos a los políticos de todo lo que tiene que ver con la despoblación, pero la realidad es que por muchos servicios que tenga un pueblo hace falta que la gente realmente se quiera quedar a vivir ahí para que no se despueble.

- Yo vivo en una comarca donde se crean muchos puestos y la gente no se queda a vivir, va y vuelve todos los días, si la gente no quiere quedarse, no va a quedarse, otra cosa es que se pongan los medios para que la gente que quiere quedarse, se quede.  Si no tienes los medios no te vas a quedar, ahora es cierto que puedes tenerlos y tampoco querer hacerlo.  Los pueblos, con los medios de vida que nos exigimos hoy en día no dan mas que para dos familias, como Peñasrroyas, hay que reconocer que cuando estos pueblos estaban poblados sus habitantes tenían una vida de supervivencia. ¿Qué se ha hecho mal? Pues que en lugar de distribuir la riqueza por estos lugares, traer medios de subsistencia, se ha concentrado en grandes ciudades, en capitales de comarca, todo el mundo tiende a coger todo lo que puede para engrandar más su población.

- Esta novela, la cuarta de su trayectoria, supone una ruptura con respecto a la temática de las anteriores, ¿por qué ese cambio?

- Nunca me planteo nada cuando escribo una novela, escribo la novela que me surge, me surgió este tema y me puse a escribirlo. Cada novela creo que te exige un  tono diferente, la plasmé de la forma que está escrita pero considero que no podía hacerlo de otra manera. En esta quizá hay algún toque poético, pero no tanto como en las otras. Aquí me meto en la ciencia ficción, en un escenario futuro para hablar de presente, también hablo de la ambición política, los bulos… Normalmente todo el mudo que miente es para obtener un beneficio. En la sociedad actual los bulos en muchas ocasiones solo tienen el objetivo de hacer daño. Ahora con las redes sociales todo el mundo tiene un micrófono y un altavoz, antes esa mentira que se quedaba en la barra del bar, ahora tiene mucho eco y mucha transcendencia.

- Ha escrito también tres libros de poesía, ¿va a seguir por esa línea?

- Poesía no voy a escribir más, se ha acabado esa etapa de mi vida, empecé a los 12 años y durante toda mi juventud no hice otra cosa, el último libro de poemas es de 2012. Aunque nunca se sabe, de momento sigo con la novela. Ahora he acabado una que no se parece en nada a las anteriores, ni en el tema ni en nada, porque cada tema te exige una forma de escribirlo.

- ¿Nos puede adelantar algo de esa nueva novela?

- Está situada en un pueblo abandonado de la provincia de Teruel, un pueblo que es real, sale con todas sus características y también su entorno, lo que no es real es la historia, es totalmente inventada. Lo hago de forma inconsciente, pero todo lo que he escrito está ambientado en Aragón.


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