EL ESQUILADOR
El
oficio de esquilador no desaparecerá mientras haya ganado y valga dinero la
lana de oveja. En Escucha, generalmente, siempre han venido a realizarlo
cuadrillas de fuera pero, a veces, era difícil encontrarlos y si el tiempo
apremiaba, los ganaderos solían demandar al propio pastor la tarea de esquilar
el ganado, porque si no se hacía, las ovejas no rendían en verano: se cansan
más y comen menos. El régimen de ganadería, en Escucha, era de
aparcería, es decir, un pastor cuidaba de un ganado cuyos amos eran varios
vecinos.
En
los últimos años y ante la falta de esquiladores del lugar, han venido
esquiladores polacos, uruguayos y de otras nacionalidades, ya que es un trabajo
estacional y oficio duro, que, además, hay que saber hacer.
La técnica tradicional del esquileo
consistía en inmovilizar al animal atándole las patas, para cortar su lana, al
principio con tijera, y luego con maquinilla manual; después vinieron las
maquinas eléctricas. Ahora, la técnica australiana consistente en colocar a los
animales sentados sin atar, con la cabeza sujeta entre las piernas del
esquilador lleva a un aumento de la eficiencia, que acerca a esquilar a cerca
de 200 ovejas al día.
Este oficio pasaba de padres a hijos y se ejercía en
cuadrilla como un gremio cerrado. La cuadrilla tenía un mayoral y con él
seguían mientras cumpliera con su cometido, que consistía en organizar el
trabajo y llevar las relaciones con el pastor que los contrataba ajustando los
jornales, los tiempos, la manutención y la posada.
Los aprendices eran encargados de buscar el agua y
la leña, los recados, llevar el botijo o la bota cuando tenían sed los
esquiladores, arrimar el ganado, encargarse de las ovejas esquiladas, curar
heridas, etc. Las herramientas del esquilador eran unas tijeras
especiales, bien afiladas; la piedra de afilar; cuerdas para inmovilizar a las
ovejas atándoles las patas y los polvos de carbón machacado que llamaban
“moreno”, para cerrar las heridas que pudieran causar a las ovejas con las
tijeras y que las moscas no hicieran puesta de huevos en ellas.
De cada oveja se sacaba el vellón de lana hecho una
bola, que después se lavaba para ser vendido a quienes venían a comprarlo al
pueblo, uno de los conocidos en Escucha era el “tio malacara”.
El día anterior a la esquila, se encerraban a las ovejas en espacios
pequeños y poco ventilados para que sudasen, lo que facilitaba el esquileo, que
comenzaba a punto de mañana; se esquilaba en un lugar con paja limpia en el
suelo y buena luz; paraban a almorzar y después las comidas pertinentes, así
como el alojamiento de los esquiladores que se repartía entre los aparceros.
El ganadero aprovechaba la esquila para marcar a sus
reses. Para ello utilizaba la pez caliente, que quedaba pegada en la piel de
las ovejas con el “hierro” que identificaba como propias a sus ovejas. También
les hacían los cortes en las orejas a los ejemplares jóvenes para marcarlas.
Antiguamente, los esquiladores hacían su trabajo en
los corrales donde estaba el ganado y dormían en los pajares más cercanos; con
la introducción de las máquinas eléctricas, el ganado tenían que acercarlo al
pueblo para poder esquilarlo, lo que permitía a los esquiladores mejorar sus
condiciones laborales, su aseo y su descanso. |
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