domingo, 24 de abril de 2022

Oficios perdidos: "el esquilador"... 24 abril 2022


El oficio de esquilador no ha desaparecido, pero cada vez es menor, debido, por un lado, al descenso de la cabaña ovina y, de otro, a la falta de especialistas en este arte que, ahora, tienen que venir del extranjero: Polonia o Uruguay. Quitar la lana a los animales, llegados los meses de verano, era una actividad obligada. La lana, además de venderse, era lavada y utilizada para fabricar colchones.


EL ESQUILADOR

    El oficio de esquilador no desaparecerá mientras haya ganado y valga dinero la lana de oveja. En Escucha, generalmente, siempre han venido a realizarlo cuadrillas de fuera pero, a veces, era difícil encontrarlos y si el tiempo apremiaba, los ganaderos solían demandar al propio pastor la tarea de esquilar el ganado, porque si no se hacía, las ovejas no rendían en verano: se cansan más y comen menos. El régimen de ganadería, en Escucha, era de aparcería, es decir, un pastor cuidaba de un ganado cuyos amos eran varios vecinos.

    En los últimos años y ante la falta de esquiladores del lugar, han venido esquiladores polacos, uruguayos y de otras nacionalidades, ya que es un trabajo estacional y oficio duro, que, además, hay que saber hacer.

    La técnica tradicional  del esquileo consistía en inmovilizar al animal atándole las patas, para cortar su lana, al principio con tijera, y luego con maquinilla manual; después vinieron las maquinas eléctricas. Ahora, la técnica australiana consistente en colocar a los animales sentados sin atar, con la cabeza sujeta entre las piernas del esquilador lleva a un aumento de la eficiencia, que acerca a esquilar a cerca de 200 ovejas al día.

    Este oficio pasaba de padres a hijos y se ejercía en cuadrilla como un gremio cerrado. La cuadrilla tenía un mayoral y con él seguían mientras cumpliera con su cometido, que consistía en organizar el trabajo y llevar las relaciones con el pastor que los contrataba ajustando los jornales, los tiempos, la manutención y la posada.

    Los aprendices eran encargados de buscar el agua y la leña, los recados, llevar el botijo o la bota cuando tenían sed los esquiladores, arrimar el ganado, encargarse de las ovejas esquiladas, curar heridas, etc.

    Las herramientas del esquilador eran unas tijeras especiales, bien afiladas; la piedra de afilar; cuerdas para inmovilizar a las ovejas atándoles las patas y los polvos de carbón machacado que llamaban “moreno”, para cerrar las heridas que pudieran causar a las ovejas con las tijeras y que las moscas no hicieran puesta de huevos en ellas.

    De cada oveja se sacaba el vellón de lana hecho una bola, que después se lavaba para ser vendido a quienes venían a comprarlo al pueblo, uno de los conocidos en Escucha era el “tio malacara”.

    El día anterior a la esquila,  se encerraban a las ovejas en espacios pequeños y poco ventilados para que sudasen, lo que facilitaba el esquileo, que comenzaba a punto de mañana; se esquilaba en un lugar con paja limpia en el suelo y buena luz; paraban a almorzar y después las comidas pertinentes, así como el alojamiento de los esquiladores que se repartía entre los aparceros.

    El ganadero aprovechaba la esquila para marcar a sus reses. Para ello utilizaba la pez caliente, que quedaba pegada en la piel de las ovejas con el “hierro” que identificaba como propias a sus ovejas. También les hacían los cortes en las orejas a los ejemplares jóvenes para marcarlas.

    Antiguamente, los esquiladores hacían su trabajo en los corrales donde estaba el ganado y dormían en los pajares más cercanos; con la introducción de las máquinas eléctricas, el ganado tenían que acercarlo al pueblo para poder esquilarlo, lo que permitía a los esquiladores mejorar sus condiciones laborales, su aseo y su descanso.

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