Insultos en Escucha y Valdeconejos... 14 diciembre 2021
En esta sección podremos seguimos con algunos insultos de Escucha y Valdeconejos, auténtica obra de ingenio, creatividad y palabrería para definir "al otro"; hoy nos acercamos a algunos "piropos" con la letra "p".Las viñetas corresponden a la publicación "Cuentos baturros" de T. Gascón.La selección de palabras es una adaptación del libro "Insultar en Aragón" de Pascual Miguel Ballestín)A veces se utilizaban nombres de animales para designar
algunas maneras de ser de las personas, por ejemplo, se llamaba pavo al que era un poco atontado o
alelado. Pajarel define a uno de
cuidado, hombre pícaro y desaprensivo, también pajaro. Un pelagatos se
refería al que tenía poca personalidad, despreciable. Perdigacho era uno muy juerguista, aunque peor si te llamaban perro que, o bien designaba al gandul,
vago y poco trabajador, a veces penco,
o a uno que atesoraba mala fama y mala fe. Las mujeres tampoco salían mal
paradas y picaraza se decía de la
mujer alcahueta, cotilla. Piejoso se
llamaba al miserable, sucio. Y, aunque no era de por aquí, se decía papagayo
al que no paraba de repetir lo que decía el otro.Había personas pachudas,
tranquilas, insulsas, sosas, sin gracia, que no era lo mismo que panchudo, uno barrigón, tripudo. Pancho denominaba al tranquilo, que no
se inmutaba por nada, en fin, que no tenía preocupaciones, muy parecido al panfilo. Pansinsal apellidaba al de pocos
ánimos, persona un tanto sosa y papanazas
al que no tenía gracia ninguna. Algo
similar se refería al pasmau,
alguien bobalicón y ensimismado.
También
hay apodos de poco gusto porque se refieren al físico de las personas: paticorto o patilargo si se tenían las piernas corticas o largas; patihueco, separadas o curvadas y patán
o patazas al patoso en los andares
(también se refería al que hace las cosas mal) y patoso no era otro que el torpe, que lo pisa todo. Pegote era aquel pequeño, bajo de
estatura.
Había personas pachudas, tranquilas, insulsas, sosas, sin gracia, que no era lo mismo que panchudo, uno barrigón, tripudo. Pancho denominaba al tranquilo, que no se inmutaba por nada, en fin, que no tenía preocupaciones, muy parecido al panfilo. Pansinsal apellidaba al de pocos ánimos, persona un tanto sosa y papanazas al que no tenía gracia ninguna. Algo similar se refería al pasmau, alguien bobalicón y ensimismado.
También
hay apodos de poco gusto porque se refieren al físico de las personas: paticorto o patilargo si se tenían las piernas corticas o largas; patihueco, separadas o curvadas y patán
o patazas al patoso en los andares
(también se refería al que hace las cosas mal) y patoso no era otro que el torpe, que lo pisa todo. Pegote era aquel pequeño, bajo de
estatura.
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